Mi super-abuelo celíaco.

¡Yo tengo cuatro abuelos!

Tres son muy especiales, el otro, es aún más que eso. Es el abuelo que hace cañas para pescar con palos, el que me lleva con él a buscar agua a la fuente, el que me coge murciélagos o pájaros en el tejado para que los pueda ver. Mi abuelo, o mi "abu" porque yo lo llamo así, trabaja en el campo, tiene gallinas y hasta hace poco, ¡vacas! También tiene un tractor, y me lleva en él cuando va a segar al campo, o a buscar leña para la chimenea.
Cuando yo era pequeña y lloraba porque me regañaban mis padres, le llamaba a él.
Ahora voy a hacer la Comunión, y él me va a regalar el vestido que yo quiera.
Además, es mi padrino.
Yo sé que todos los abuelos son especiales, y yo a los míos los quiero mucho, pero a mi abu...
Hace unos meses, se puso malito, se le hinchó mucho la barriga, tenía muchas diarreas, y mi abuela se volvía loca para prepararle la comida. ¡Nada le sentaba bien!
Fue muchas veces al médico, y todas le dijeron lo mismo, ¡que eran gases!
Incluso una vez que le acompañó mi madre, le hicieron pruebas para saber si era celíaco.
Pero siempre eran todas negativas.
Mi madre quería que le hiceran una biopsia, pero los médicos dijeron que no, que no era necesario. Al ser negativas las pruebas en la sangre...
Entonces, un día de estas navidades, ¡le dijimos todos que siguiera la dieta sin gluten!
Tenía los síntomas más perfectos para ser celíaco.
Mal cuerpo, diarrea contínua, mal humor, la barriga super-hinchada, ojeras, estaba muy delgado, ¡y no tenía fuerzas!
Dos días después ya se encontraba mejor.
Ahora, mi abu está mucho más feliz, más sano y no le duele nada.
Tengo muchas ganas de verte abu.
Te quiero mucho.

 Este es mi abuelo, preparándonos la hoguera de San Juan.