En el colegio no todos los días son iguales.
Además de las clases, de los exámenes, los ratos en el patio y las risas con los amigos, también están esos momentos "free" que te dejan triste o que te alegran el día.
Por ejemplo... cuando es el cumple de alguien, reparten caramelos y nadie se ha acordado de ti. ¡Y los traen con gluten! Ayyyy... los coges, das las gracias y disimulas... porque es lo que te sale, disimular. No sé muy bien porqué pasa eso, pero así es.
Cuando nadie te ve, los guardas en el bolsillo y a la salida los lanzas a la basura. Porque tampoco los tiras, ¡los lanzas! Estás enfadada...
Pero también están esos otros compañeros que se acuerdan de que en la misma clase que ellos, hay una celíaca.
Llega el cumpleaños y no solo traen caramelos para ti, sino para todos sin gluten... ¡Qué alegría! Te entusiasmas y empiezas a mirar al resto de amigos, a ver si hay algunos más apetitosos que los que te han tocado a ti, porque si todos son sin gluten ¡puedes cambiarlos! ¡Eso es lo mejor!
Aunque cuando mejor me siento, es cuando vamos a tomar algo y no tengo que dar explicaciones... todos saben que cerca hay una celíaca y ni siquiera lo tengo que decir. Todos son conscientes, pero nadie dice nada... simplemente se unen a mí, piden todo sin gluten para que no haya contaminaciones y... de lo único que me tengo que preocupar es las risas que nos echamos.
Quizás algún día, para nosotros los celíacos, sea siempre así.
¡Os dejo hasta el miércoles! Me voy de vacaciones...
¡Seguimos leyéndonos!
Soy Sandra y tengo 14 años. Mi madre es celíaca y mis dos hermanos también. Por eso en casa lo vivimos con mucha normalidad. El problema llega cuando vas a comer a un restaurante... o a casa de algún amigo... empecé a escribir este blog cuando tenía 9 años, si me sigues, entenderás cómo se siente una niña celíaca y cómo va entendiendo su enfermedad. Si además compartes, entonces conseguiremos, que cada vez sean más los que conocen la Enfermedad Celíaca y todo lo que supone.
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